Matemáticas
Hubo un tiempo en que las trayectorias orbitales de los cohetes y los cálculos matemáticos complejos se hacían con lápiz y papel y la segregación racial era una realidad. Y por supuesto si además se tenía la mala suerte de nacer mujer, tus oportunidades de hacer una carrera científica tendían a cero.
En esta época, el 26 de agosto de 1918, en Virginia Occidental, EEUU, nació una mujer que adoraba los números. La niña Katherine Johnson lo contaba todo, contaba los escalones que subía, los pasos que daba hasta la iglesia, las estrellas que veía y las personas que pasaban en un día por delante de su casa. Todo lo que pudiera ser contado, ella lo contaba.
Así contó los 8 años máximo que le dejaron estudiar en el colegio por ser mujer y afroamericana, y contó el número de kilómetros que sus padres tuvieron que hacer para mudarse a otro estado para que ella y sus hermanos pudieran estudiar en el West Virginia Colored Institute para afroamericanos. Contó también hasta 18, que fue la edad en la que se graduó como la matemática más brillante que jamás vieron sus profesores. Y contó los segundos y los minutos que tardó la Corte Suprema de Estados Unidos en fallar a su favor en 1938 y permitirle ser la primera mujer afroamericana en ingresar en la Universidad de Virginia Occidental para realizar los estudios de posgrado; que no pudo acabar al ser la conciliación familiar todavía un concepto inexistente.
Tras la II Guerra Mundial y debido a la ausencia de hombres, la NACA (National Advisory Committee for Aeronautics), predecesora de la NASA (National Aeronautics and Space Administration) se sacudió los sesgos y decidió contratar mujeres afroamericanas para tareas de cálculo en el Departamento de Guía y Navegación. Katherine empezó a trabajar para ellos en 1953, como experta en matemáticas y geometría. Su trabajo consistía en realizar con lápiz y papel todas las operaciones y comprobaciones de cálculo que requerían los ingenieros aeronáuticos, de forma silenciosa y sin preguntar nada, le dijeron. Pero Katherine se rebeló contra ese papel menor; pidió y consiguió el poder discutir los “por qué”, “para qué”, “cómo”, “por qué no” con los ingenieros. Como ella misma dijo: “Las mujeres con capaces de hacer todo aquello que los hombres son capaces de hacer. A veces, ellas tienen más imaginación que los hombres”.
Y tanto que fue capaz. Katherine fue la encargada de llevar a cabo los cálculos del Proyecto Mercury desarrollado por la ya NASA entre 1961 y 1963. Calculó la trayectoria parabólica del vuelo espacial Freedom 7 de Alan Shepard en 1961, primer vuelo espacial humano de Estados Unidos y fue la primera mujer en publicar un informe de investigación en el que explicaba las ecuaciones que describen un vuelo espacial orbital en el que se especifica la posición de aterrizaje de la nave espacial. Y aunque en 1962 la NASA empezó a utilizar computadoras electrónicas para realizar los cálculos, el astronauta John Glenn pidió que fuera ella quien verificara las cuentas de la computadora que le llevarían en vuelo orbital alrededor de la Tierra en la nave Friendship 7. “Si ella dice que son buenos, entonces estoy listo para partir” dijo Glenn. Y lo fueron, y este vuelo marcó un punto de inflexión en la competencia entre Estados Unidos y la Unión Soviética en el espacio.
Y en 1969 cuando “el ser humano” llegó a la luna en el Apollo 11, fue una mujer quien se ocupó de sincronizar el módulo lunar con el orbital para que “el hombre” pudiera regresar.
Katherine se jubiló en el año 1986 pero ha seguido contando. En el año 2015, a sus 97 años contó los miles de aplausos de agradecimiento cuando el presidente Barack Obama le otorgó la Medalla de la Libertad Presidencial, el más alto honor civil de los Estados Unidos. Y el 26 de agosto de 2018 contó y celebró sus 100 años mientras Estados Unidos, casualmente, celebraba el día la mujer.
Ubicación: CEIP Juan Manuel Montoya. Carretera de la Punta al Mar, 75
EMT Líneas: 4, 15, 30