Bioquímica
Desde finales de los 80, Katalin Karikó centró sus estudios en las posibilidades terapéuticas del ARN mensajero. Durante muchos años, su propuesta fue rechazada por instituciones y compañías farmacéuticas, a pesar de lo cual no cejó en su obstinación. Hoy, casi cuarenta años después, sus estudios son la base de las vacunas de Pfizer y Moderna contra la COVID-19.
Nacida en 1955 en la ciudad húngara de Szolnok, Karikó empezó su carrera científica en el Centro de Investigaciones Biológicas de Szeged. Allí obtuvo su doctorado en bioquímica y fue donde empezó a estudiar el potencial terapéutico del ARNm.
En 1985 se trasladó a la Universidad de Temple, en Filadelfia, donde continuó con esta línea de trabajo. Nadie apuesta por ella, porque todas las investigaciones se centraban en ese momento el ADN. Hasta que en 1997 se produce un encuentro que será clave para Karikó: en la Universidad de Pensilvania, la bioquímica húngara conoce a Drew Weissman, un inmunólogo estadounidense que estaba trabajando en la búsqueda de una vacuna contra el SIDA. Weissman le propone a Karikó aplicar sus investigaciones sobre el ARNm. Pero las vacunas de ARN tenían algunos inconvenientes y centran todos sus esfuerzos a solucionarlos.
En 2005 descubren que cambiando una letra de la secuencia genética del ARN se evitaba la respuesta inmune exagerada y además se aumentaba la producción de la proteína deseada.
En 2010, la empresa MODERNA compra los derechos de las patentes que habían registrado Karikó y Weissman. Y poco después, BioNTech, adquiere otras de sus patentes centradas en el uso de ARN modificado para vacunas contra el cáncer.
En 2013 Karikó se incorporó a BioNTech, donde hoy ocupa el lugar de vicepresidenta sénior, y en 2015 comprobó que recubrir las moléculas de ARN con partículas lipídicas era una buena estrategia para su transporte y protección.
Así, casi cuarenta años después de que empezara a estudiar el uso terapéutico del ARNm, su trabajo ha sido fundamental para la lucha contra la COVID-19.
Gracias a esto, Karikó fue distinguida con el premio Princesa de Asturias en la Investigación Científica y Técnica 2021, junto a otros seis científicos –entre ellos Weissman- y científicas las aportaciones de las cuales han sido claves para el desarrollo de las vacunas para hacer frente a la pandemia. Además, en 2020 recibió el premio Rosenstiel (los EE. UU.), también junto a Drew Weismann.
Fuentes:
· Katalin Karikó, la bioquímica que entendió como utilizar el ARN mensajero para curarnos e inmunizarnos. Rocío Benavent, Dones amb ciència, 21 enero.
· Fundación Premios Princesa de Asturias
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