Texto de Rosana Rodríguez:
Nací en una localidad del sur de la provincia de Lugo, en el ayuntamiento de Ribas de Sil, el cual recibe su nombre del río que atraviesa la zona. Dicho río, en algunas partes de su trazado separa las provincias de Lugo y Ourense. De hecho, a pesar de haber nacido en la provincia de Lugo, es en la de Ourense en la que residí durante la infancia y todo el período previo a mis estudios universitarios.
Crecí en una familia totalmente normal, trabajadora, que trataban siempre de estimular mi aprendizaje con lecturas y realización de cálculo desde muy pequeña. Debido a esto, sólo estuve una semana en segundo curso de preescolar, con lo que antes de cumplir los nueve años empecé quinto de enseñanza general básica (EGB).
La etapa escolar es de la que uno siempre guarda unos recuerdos más gratos. Recuerdo mi etapa de preescolar, cuando nuestra profe intercambiaba muchos días los abrigos verdes que teníamos una compañera y yo y, más adelante, la alegría con la que en casa se recibía la llegada del boletín de notas o cualquier otra noticia positiva sobre el cole. Un día, hasta se quemaron las patatas fritas por dejar de atenderlas para prestar atención a las notas. Más tarde, en el instituto (en los cursos de B.U.P.), me gustaba mucho buscar soluciones diferentes a los problemas propuestos y, muchas veces, los profes pensaban que alguien me ayudaba a resolverlos, cuando en realidad no era así.
Tuve una profesora muy buena de matemáticas en el instituto, eso terminó de conformar una vocación que quizás ya estaba presente desde antes, pero que se clarificó en 1º BUP. Las mates eran una asignatura que me entusiasmaba. En los últimos años de instituto, diferentes docentes me animaban a escoger una carrera del ámbito de la ingeniería, pero yo tenía ya una vocación muy clara: ¡quería ser profesora de matemáticas en educación secundaria! Sobre todo me gustaban porque me resultaban sencillas y obligaban a pensar maneras de resolver problemas y a razonar. En ese momento, no era demasiado consciente del potencial de sus aplicaciones, me gustaban en sí y me gustaba el trabajo que podría desarrollar en el futuro como docente. Me veía con vocación docente, sobre todo. No fue hasta más adelante cuando pude comprobar la aplicabilidad de las Matemáticas para generar avances en diferentes campos.
Creo que las Matemáticas son importantes en la vida diaria por varios motivos: proporcionan modelos para predecir la evolución de muchos fenómenos (meteorología, economía, epidemias…), proporcionan herramientas para hacer que las operaciones que realizamos a diario sean seguras y nos hacen ser más críticos ante la información que recibimos, por citar algunos ejemplos. Forman parte de casi todo lo que manejamos a diario, aunque no nos demos cuenta.
Lo que más me gusta de las matemáticas son los recursos que nos proporcionan en relación a razonamientos, análisis crítico y lógico de la realidad. Dentro de los contenidos y procedimientos, mi campo de especialización es el Análisis Matemático, en particular, las Ecuaciones Diferenciales. También ha participado en programas que tratan de fomentar, entre los estudiantes de enseñanza secundaria y bachillerato, habilidades y vocaciones matemáticas en particular y científicas en general, como son el programa Estalmat, campus científicos organizados por la FECYT o a través de charlas divulgativas sobre investigación matemática o foros de orientación universitaria.