Matemáticas
El relato de la vida de Sófia Kovalévskaia (Moscú, 1850-1891) es fascinante. En una época en la cual las mujeres carecían de cualquier autonomía y tenían prohibido ir a la universidad, su genio matemático, su espíritu libre y combativo y su especial personalidad para superar cualquier tipo de barrera que pudiera frenar sus objetivos le permitieron lograr las más altas cotas del pensamiento científico.
De ascendencia gitana ¬–Kovalévskaia se crio al si de una familia noble de la aristocracia rusa, si bien su abuelo perdió el título hereditario de príncipe para casarse con una gitana cíngara–, fue la primera mujer que se doctoró en matemáticas y fue también la primera mujer profesora en una universidad europea, en concreto, en la Universidad de Estocolmo.
Su nombre ha quedado escrito en la historia de las Matemáticas con el teorema que lleva su nombre, el teorema de Cauchy-Kovalévskaia sobre ecuaciones diferenciales. Su especialización, por la cual en su época fue conocida en todo Europa, era la teoría de funciones abelianas.
Estudió también la forma de los anillos de Saturno, que fue la mayor aportación que hizo a la matemática aplicada. Pero, sin duda, su principal logro matemático fue la investigación sobre la rotación de un sólido alrededor de un punto fijo. Gracias a esta, obtuvo el premio Ladren de la Academia de Ciencias de París en 1888 y, más tarde, el premio de la Academia de Ciencias de Suecia.
Además de las matemáticas, otra de sus pasiones fue la literatura. Escribió novelas, artículos periodísticos, poesía… Llegó a ser amiga de los más grandes matemáticos de la época, como Weierstrass, Poincaré, Txebixov, Hermite, Picard, Mittag-Leffler, etc., y de científicos y literatos como Darwin, Eliot, Ibsen, Mendeléiev, Dostoyevski, etc.
Kovalévskaia fue una gran matemática, creativa, original e innovadora, con un rico espíritu interior que, además, se mantuvo siempre en la lucha para conseguir los derechos para la emancipación de la mujer.